27 mayo 2006

El Caminillo



A veces entre barrotes tan altos que apuntan al cielo, barrotes camuflados de cárceles de oro, aparece un chorro de luz que nos enseña algo que tenemos delante mismo, a nuestros pies, a un solo paso...

A veces podemos seguir caminando... y recordar que aún quedan puertas que abrir, y cosas que decir.

Podemos desaprender como se deshace la armonía. Podemos olvidar como perdimos la memoria.

Podemos cantar

(Foto: Cris G. Palma de Mallorca 2005)

3 comentarios:

A las 10:52 , Anonymous Anónimo ha dicho...

CAMINANTES DEL AMOR:

Caminante de arenas soy ¡trasmigrante de vidas y devorador de vacios.
Tan sólo un samsaharoso peregrino en busca de amor.
Con siete religiones comulgo y tan sólo una esencia verdadera nutre a mi ser.
El sinsentido de la vida me impulsa y tan sólo la conciencia despierta me equilibra.
Tan solo ,tan solo y siempre acompañado de millones de seres iguales que yo.
Viajero infatigable ,perseverante bebedor de aroyos de camino,no descansaré hasta encontrarme contigo amor, ¡!hasta encontrarme contigo¡¡…

L.B.

 
A las 20:25 , Blogger Unknown ha dicho...

Si es que todas las hebras esenciales son esenciales. Te amo.

 
A las 18:33 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Nudo de doble lazo al otro lado del puente:


Si la mano derecha sale a pasear por el “Ocho De Moebius”inevitablemente terminará en el mismo punto desde el que partió, pero con el asombroso matíz de verse como una mano izquierda.
¡ Son los espejos del yin –yang ¡
En ningún momento dejó de ser una mano derecha, al igual que la mano izquierda dejó jamás de ser ella misma.
El mundo que las une es la esencia misma del nudo.
¡Somos lo que somos y es así de simple¡
El amor infinito, que viaja serpenteante por los mundos interiores, va anchando notas musicales sobre intervalos de olvido,asegurándose de poder volver a sonreir igual que antes.
La escala de la vida, es como una canción única que empieza y acaba en el mismo punto esencial, en el que alguien de pronto, canta para ti.

Tambien yo soy un nudo de doble lazo al otro lado del puente.
¡Tambien yo te quiero infinito!- gritó una voz resonante buscando respuesta.
Y se sentó a esperar a que el reverso de si misma diese la vuelta, como si de un verano se tratara.

Cuando llege –pensó- llegará el frio y con él la luna, pero para entonces yo tendré el corazón templado y el ánimo renovado, de tanto cuidar del nido “que cobija al nudo”.
L.B.

 

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